Filmada en el 2008, trata de un profesor de educación física que entrena al equipo de waterpolo de una preparatoria en Alemania.
También es experto en ciencias políticas, por lo que incluye la ideología en la preparación de los alumnos, una suerte de Gestalt, ve al individuo como un ser social, pensante y capaz de lograr sus objetivos a través de la disciplina y el trabajo comunitario.
Se forma entonces un pequeño movimiento social, se logra la identificación, unión, reconocimiento entre los individuos para generar una pequeña comunidad llamada "La Ola".
Sin embargo, la situación se sale de control cuando el movimiento se encapsula y se convierte en una forma de fascismo. Exclusión, discriminación, tiranía, intolerancia, violencia contra los que no piensan de la misma forma que el grupo transforman el poder de la acción en una lucha vulgar por el poder vil.
Se intenta reactivar a la Alemania, en el discurso se detenta la globalización quien dice que lo mejor es trabajar y dejar de pensar, mientras que el rico es mas rico y el pobre es más pobre. Se inculcan, por esta razón, principios de autocracia y unión bajo un régimen de mucha disciplina.
Se fetichiza el movimiento social al fanatizarse y empezar a utilizar, obligatoriamente, camisas blancas con el logotipo de la ola; saludar de determinada manera, entre otras cosas. Se pierde el piso e incluso se le da una categoría antropomórfica al movimiento denominado la ola, al grado de antropomorfizarlo diciendo La ola vive, o la ola muere.
Se entienden dos cuestiones: 1] las mentalidades jóvenes son en extremo moldeables y se tergiversan al ser manipuladas; 2] el ser humano es social por naturaleza y la fortaleza de su unión permitirá lograr ciertos objetivos "comunes" (pienso en común, de comunidad), la participación y los objetivos claros, dialogados y ensamblados son parte de la fórmula del éxito, sin embargo, la comunidad no debe de convertirse en un individuo aislado y conservar su origen social, de otra forma aparecen los fetiches, se cierran los diálogos se forma el fascismo social.
Finalmente, destaco la importancia de estimular el pensamiento del hombre, ya sea por una escueta ideología, o mejor a través de una filosofía lo suficientemente orgánica, que permita recordar y aprender del pasado, ajustarse a las situaciones actuales y fortalecerse, reconstruirse, y retroalimentarse para el futuro; en un ciclo constante, infinito. A su vez será una especie de fractal que permita la convivencia, adaptación y transposición a sus símiles.
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