20150505

Despojo

Cómo deseo despojarte de las telas que te aprisionan, y disfrutar el aroma de la esencia de tu intimidad

20150502

Lluvia

Sentir el viento humedecido con la mirada fija en el asfalto, para ver como lentamente éste se moja al caer gotas de lluvia sobre él. 
Relámpagos que se muestran en el horizonte y truenos manifiestos que provocan sobresaltos. 
Finalmente, agua que brota como manantial y que moja todo a su paso. Agua que se pierde por el camino y que el calor absorbe, dejando un humor como evidencia de su presencia. 
Después de tantos años de repelar, hoy por hoy, me gusta ver llover. Tan sólo porque me recuerda lo mucho que me gusta hacerte llover. 

Refugio prisión

Me refugio en el juego interminable, entrañable e incomprensible de las letras. 
Es el no lugar que me permite alejarme del sitio donde me encuentro. 
Cuando al fin puedo armar ese rompecabezas de ideas, una retahíla de versos se aglutina como en tiovivo; subiendo y bajando sin cesar, tal como si fuera una pareja que se une en un acto que pareciera interminable, pero en cualquier instante explotará, al menos uno de los dos, en un éxtasis improlongable.
En un absurdo digo lo que pienso y callo lo que escribo; tan absurdo que es un sin sentido leerlo para después entenderlo, tan sólo basta con verlo para sentirlo. 
En convenciones lingüísticas se aprisionan sentimientos que no logran ser expresados pero sí plasmados. 
Prisionero de esas palpitaciones que retumban en mi ser y que generan la peor de mis neurosis. 
Revivo, aprehendo, no comprendo, no suelto, lentamente muero. 
Muero de amor aunque sea lo más absurdo que pueda registrarse en un acta de defunción. 
Escribo para olvidar lo que en algunos años releeré y me hará volver a escribir.
Tan absurdo como quien bebe mezcal, hace muecas de descontento, amargura y dolor para terminar rellenando su jícara hasta perderse en la amnesia espiritosa de tan traicionero aguardiente. 
Es absurdo refugiarse en una prisión que te hace sentir bien y a la vez te daña como quien se lacera lenta y repetidamente y experimenta placer. 
Dejo de escribir por estar dolido, con miedo a hacer público el sentimiento que me ahoga. Escribo de nuevo cuando me provoca la serotonina. 
Es tan absurdo escribir en este momento, pues no encuentro camino que me libere de ti y a la vez no dejo de amarte. 
Finalmente escribo, te escribo, y posiblemente le esté escribiendo al niño eterno que en mi yace moribundo. 
Me libero de esto que acongoja mi ser para finalmente sentirme aplastado. 
Incoherente acto de auxilio, liberador encuentro al destino. 
J que ya no es, pero que significa el mundo del bien y del mal. 
P que siempre fue y que en paralelo siempre será. 
Una J que anhela ser nombrada y una P que ruega por permanecer a su lado. 
Otro absurdo sin sentido que ya no es, pero que fue y será la historia interrumpida de un amor eterno.